MONÓLOGOS DE UN HOMBRE CUALQUIERA

25-05-2018

Como era ella

Como era ella

El vino, tinto. La cerveza, amarga. Los cigarrillos, negros. Me gusta todo aquello que deja huella cuando pasa.

El autor

Por eso vuelvo. Porque es como era ella.

Un río que a veces tengo que ir a buscar porque retiró sus aguas muchos metros y me fuerza a un camino lleno de piedras entre el lodo. Y otras que viene a mí sin que yo tenga que hacer ningún esfuerzo...


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18-05-2018

Era en abril

Era en abril

Voy a volverme viento para entrar en cada hueco que dejaste sin cerrar.

Vicentico, Nada va a cambiar

Era en abril. Pero podría haber sido en mayo o en junio. O en diciembre.

No hay un mes designado para el entusiasmo.

Era en abril. Y él llevaba mucho tiempo de silencios. De sólo una copa estoicamente erguida al lado de la botella de Malbec que lo esperaba cada noche para ese momento del día en que se abstrae de todo y todo lo piensa. Para ese momento de especias elegidas al azar y chorros de vino agregados a esa salsa que cada vez improvisa...


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27-04-2018

Cuando me vaya

Cuando me vaya

Uno muere mucho tiempo después de haber muerto.

El autor

–No vas a entrar a ver a tu abuela? –me preguntó alguien que no recuerdo.
–Nada de lo que yo quería de mi abuela está ahí –contesté.

Y así era. Mi abuela había sido para mí las milanesas, el cariño, la sonrisa. Su voz diciéndole “nena” a mi mamá. Las risas aquella vez que no encontraba los anteojos porque se le habían caído dentro de la olla del puchero que estaba cocinando...


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13-04-2018

El camino a casa

El camino a casa

Y mi estrella polar se perdió en el firmamento, y por más que intento no la puedo encontrar.

Sôber, Estrella Polar

Cuentan que en la Antigüedad, en esas épocas carentes de toda tecnología, la estrella polar era la que oficiaba de faro a la hora de que los navegantes quisieran volver a casa. Era esa estrella la que les permitía saber cuál era el camino de regreso. Era esa estrella la que desde el cielo sacaba al navegante de su condición de “perdido” y le daba la calma que supone saber cuál es el sendero que lo llevaría de vuelta al lugar de donde partió: su casa, su hogar. El lugar donde la sonrisa es calma y el alma retoza. Donde la luz es tenue y el clima cálido. Donde la paz es vino y el amor es cena...


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La moneda de la soledad

Todo lo que termina, termina mal.

Andrés Calamaro, Crímenes perfectos

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“Como te digo, también me encuentro usando la expresión “no valió la pena”, pero fijate que aun siendo que mi voto de confianza se vea diezmado con el devenir, ni ahí funciona el 'no valió la pena'. Porque no hubo pena. En todo caso hubo una inversión de tiempo y energía que siempre debe hacerse, a mi entender, porque uno así lo desea, más allá de los resultados, por el gozo del camino. Y si 'valió la pena' aun menos califica esto de pena. En todo caso valió la intuición o el atrevimiento del coraje, no sé.”
-Cyin Saad, una escritora amiga
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“No valió la pena”, solemos decir cuando nuestro matrimonio no resultó como queríamos. Como si lo que hubiésemos puesto en juego hubiera sido pena. Una boludez, como bien dice Cyin.


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Monólogos de un hombre cualquiera

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Adrián Ares tiene 56 años y es Licenciado en Psicología recibido en 1992 en la Universidad del Salvador. Padre de dos hijas y una “prestada” –como él mismo la define– lanzó el blog “Monólogos de un hombre cualquiera” a fines de noviembre de 2016 desde una cabaña en Salto, Uruguay, a la cual va frecuentemente a disfrutar de su otra gran pasión: la pesca.

El blog tiene hoy 80.000 lectores, muchos de los cuales interactúan con el autor en los “Miércoles de reflexión”, una sección de su página de Facebook en la que postea bromas con el único fin de divertirse una vez por semana.

Esta primera entrega es una selección de 60 monólogos, entre los cuales el lector encontrará algunos extractados del blog y otros absolutamente inéditos, para zambullirnos en el caos de afectos que nos embargan cotidianamente en este pasaje de ida sin regreso que es la Vida.

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