MONÓLOGOS DE UN HOMBRE CUALQUIERA

09-02-2018

Te la estás buscando

Te la estas buscando

A veces, la realidad puede ser una porquería.
Pero eso no la hace menos real.

El autor

Hace poco vi un documental en el que un león esperaba agazapado a que un ciervo hembra pariera su bebé. En cuanto el indefenso animal estuvo fuera del vientre de su madre, el león atacó.

Como era de esperar, le fue absolutamente sencillo atrapar a ese cervatillo cuando aún no terminaba de aprender a pararse. Fue por la presa más fácil, aquella que ni siquiera podía darle pelea.

Brutal. Cruel. Un hijo de puta el león…

Tan hijo de puta como todas las hienas que ví en el siguiente documental atacando a una cebra, así, en grupo. Acorralándola hasta el momento en que decidieron matarla.

Todos unos grandísimos hijos de puta.

No, no?

No, claro. Son ANIMALES. Se mueven por instinto. Les chupa un huevo la vida de ese otro. Es alimento para ellos y listo. Ese fin justifica la matanza. Sería ridículo que la cebra reclamara su derecho a andar por la selva vistiendo sus rayas a la hora que se le cante.

Porque en esa “sociedad”, las reglas son otras. No tienen el mismo contrato social que tenemos nosotros, los seres humanos.

Queridas hijas:

Tengo 55 años, mido 1,83 y peso alrededor de 85 kilos. No soy un cervatillo que no puede pararse. Tampoco soy un ágil ciervo joven, pero aún tengo la fuerza que esa contextura física me da.

Pero…

Jamás caminaría por desoladas calles en la madrugada. Nunca saldría del banco con un fajo de billetes en la mano. Ni se me ocurre festejar un gol en la tribuna del equipo contrario, a pesar de que si hiciera cualquiera de estas cosas, estaría en todo mi derecho. Los barrios son tan míos como de cualquiera, el dinero me lo gané laburando y mi alegría no tiene por qué provocar a nadie.

En un mundo IDEAL, claro.

Pero vivo en el mundo REAL.

Y en éste, nadie dudaría en decirme que soy un boludo increíble si voy por desoladas calles de barrios conocidos por la cantidad de delitos que ahí ocurren, a la dos de la mañana, con un reloj ostentoso. Es más, me tildarían de pelotudo si lo hiciera en cualquier calle de cualquier barrio en horas donde la oscuridad y la soledad del lugar es el ambiente perfecto para ser atacado por delincuentes.

Nadie dejaría de preguntarse qué clase de imbécil soy si saliera del banco con el fajo de billetes a la vista de todo el mundo, a pesar de que sea MI dinero y que el hecho de llevarlo en la mano NO LE DA DERECHO a nadie a arrebatármelo.

En todos los casos, la crítica más suave posible sería “te la estás buscando”.

Ustedes tienen TODO el derecho del mundo a caminar por donde se les cante, a vestirse como quieran, a volver a casa a la hora que se les ocurra, a pasear solas.

El MISMO derecho que tengo yo a caminar por donde se me ocurra, a vestirme como se me ocurra, a volver a mi casa a la hora que se me cante, a pasear solo.

Hijas queridas, no salgo del banco con la guita a la vista de todos y cuando tenga muchos más años y tal vez tenga que apoyarme en un bastón para poder caminar, les aseguro que no voy a retirar dinero de un cajero alegremente.

Me voy a CUIDAR.

Por qué?

Porque vivimos en un mundo en el cual, nos guste o no, convivimos con ANIMALES. Gente que tiene nuestra misma constitución genética, pero que se sirve de todo lo que se le ocurra simplemente porque pueden hacerlo, ya sea por superioridad física o numérica. Son hienas que además saben manejar armas.

Ésta es la REALIDAD. Lamentable, asquerosa, repugnante.

En la sociedad, mezcladitas, hay cientos de hienas. Podremos explicarlo a partir de enfermedades o historia, pero HOY, AHORA, EN ESTE MOMENTO, son peligrosos animales. Y por más esfuerzos que hagamos en “cazar” estas hienas, en intentar curarlas, en devanarnos los sesos buscando soluciones, MIENTRAS TANTO, están por doquier.

Son BESTIAS que se manejan con la misma violencia que el león del documental.  Se manejan por instintos. Desean algo, lo que sea, y simplemente lo toman por la fuerza. Son ANIMALES que esperan agazapados y atacan a aquellos ciervos que no puedan darles pelea. Por eso elijen mujeres. O ancianos. O chicos.

Cuando quieren atacar a ciervos adultos, fuertes y jodidos de vencer, se arman y así obtienen la misma superioridad.

Ésta es la REALIDAD.

Lamentable, asquerosa, repugnante.

PERO ES LA REALIDAD.

Cualquier intento de hacernos los tontos, cualquier capricho de querer negarla, nos convierte en boludos, imbéciles o simplemente en gente que “se la está buscando”.

Si alguien les pusiera un dedo encima y pretendiera exonerarse ante mí antes de que lo matara a golpes diciéndome que ustedes 'se la estaban buscando' porque andaban en minifalda, solas, a las tres de la mañana, caminando por la General Paz, creo que lo despedazaría de a poco.

Pero saben qué?

Ese hijo de puta tendría razón en un punto.

Sé cuál es la REALIDAD.

Lamentable, asquerosa, repugnante.

Pero es la REALIDAD.

Y que a mí no me guste no cambia las cosas.

Por eso les pido, les suplico, les imploro que se cuiden, mientras seguimos buscando soluciones para que esta sociedad sea de seres humanos sin animales peligrosos escondidos en las esquinas.

Prometo romperme la cabeza para ver qué puedo aportar para que todos podamos disfrutar de los derechos que tenemos pero MIENTRAS TANTO, se los digo sin vueltas:

No anden solas por lugares y en horas en las que sabemos que es peligroso. Vístanse como quieran, pero elijan bien dónde van a disfrutar de lucir hermosas. Vuelvan a la hora que se les cante, pero busquen un modo seguro de hacerlo.

Ni yo ni un montón de hombres nos creemos con derecho a tocarle el culo a una mujer aún cuando lo llevara al aire. Ni yo ni un montón de hombres nos creemos con derecho a decirle groserías por la sola razón de que nos resulte atractiva físicamente. Ni yo ni un montón de hombres nos creemos con derecho a violarla porque camina sola por una calle desolada y oscura.

Pero ni yo ni ese montón de hombres somos “todos” los hombres.

Por eso si en algún momento les digo que están locas, que 'se la están buscando', NO es porque avalo el comportamiento de los ANIMALES. Es desesperación por cuidarlas y protegerlas de esta lamentable,

asquerosa,

repugnante realidad...

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Adrián Ares tiene 56 años y es Licenciado en Psicología recibido en 1992 en la Universidad del Salvador. Padre de dos hijas y una “prestada” –como él mismo la define– lanzó el blog “Monólogos de un hombre cualquiera” a fines de noviembre de 2016 desde una cabaña en Salto, Uruguay, a la cual va frecuentemente a disfrutar de su otra gran pasión: la pesca.

El blog tiene hoy 80.000 lectores, muchos de los cuales interactúan con el autor en los “Miércoles de reflexión”, una sección de su página de Facebook en la que postea bromas con el único fin de divertirse una vez por semana.

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