03-07-2020
Existe una cita, aún sin hora ni fecha, para encontrarnos, yo ahí estaré puntual, no sé si tú.
Julio Cortázar
Si hay algo más difícil que levantarse cuando la vida te golpeó fuerte, es no abandonar cuando vuelve a hacerlo antes de que termines de pararte. Cuando aún tenés una rodilla en el piso. Cuando ese golpe viene desde arriba y te deja desparramado en el suelo, con ganas de apoyar la cabeza y darte por vencido…
No era el momento para recibir semejante golpe. Pero nadie controla las reglas de la pelea. No hay rounds que den descanso ni tercer hombre en el ring que pare el combate cuando estás en la lona.
La vida golpea cuando quiere. A veces por sorpresa. Otras tantas, con puñetazos anunciados. Pero tan fuertes, tan constantes, tan sistemáticos que finalmente terminás noqueado.
…
Apenas sacudía la cabeza para recobrar el equilibrio cuando en ese tercer round de la vida me enfrenté a golpes imposibles de esquivar. Golpes que venían desde adentro, imparables. Puñetazos que daban mis miedos más profundos.
Y por eso los de ella fueron demoledores. Y en muy poco tiempo tenía nuevamente la cara apoyada contra el frío de la soledad.
A veces se gana, a veces se pierde. Una verdad que me acompaña desde tiempos inmemoriales. Una verdad que ha hecho que siempre volviera a pararme. Una verdad que dice que sólo la muerte será el round final.
Por eso quiero conocerte.
Por eso quiero ver los ojos que puedo anticipar antes de saber cómo son. Por eso quiero la mirada que aún no tengo y que sin embargo me abriga en las noches en que te sueño.
Quiero tu ternura, tu candidez, tu simplicidad para encarar la vida.
Quiero conocerte.
Quiero escuchar la voz que pone todo en perfecta armonía. Que articula tu mirada con el mar de emociones en el que me adentraría sin medir las consecuencias, ahogándome en sus apenas agitadas aguas.
Quiero conocer las charlas hasta cualquier hora, sobre cualquier tema. Quiero escucharte contarme tus sueños, quiero escuchar que estoy en ellos. Y contarte los míos, Malbec mediante, que me afloje la lengua y sofoque el miedo, para poder compartirlos con vos, así, sin tapujos ni reservas.
Quiero para mí tus risas, las sordas y las que estallan en carcajadas. Las ahogadas por lo inoportuno del momento. Y las estruendosas, casi grotescas, que la intimidad avala.
Quiero la alegría de tu andar y la firmeza de tus pasos. Bailar sobre esponjosas nubes y caminar sobre sólidos senderos. Alternar la locura de la lluvia con la prudencia de la brisa.
Quiero conocer tu inocencia y desnudar tu sonrisa. Y que conozcas la mía y me cuides el alma.
Quiero tu desenfado, tu absoluta desfachatez. Verte caminar desnuda por la casa y contemplarte en silencio mientras suspiran mis entrañas.
Quiero conocer tu boca, tus pechos, tu vientre. Quiero los espasmos del deseo entre mis dedos. El temblor de tu sexo deleitándose en mi boca. Gozar a esa nena, fémina, hembra, mujer que estalla en asfixiados gemidos. Y dejarme caer en las profundidades de tu cuerpo.
Quiero toda la vida que tengo por delante desplegándonos hasta el último aliento...
“Tú y yo tenemos un amor pendiente, pero vamos a llamarlo café, que da menos miedo”, escribió alguna vez Selam Wearing.
Pues entonces, en esa cita aún sin hora ni fecha, vas a encontrarme siempre puntual,
para vivir juntos,
ese café que tenemos pendiente…
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Adrián Ares tiene 56 años y es Licenciado en Psicología recibido en 1992 en la Universidad del Salvador. Padre de dos hijas y una “prestada” –como él mismo la define– lanzó el blog “Monólogos de un hombre cualquiera” a fines de noviembre de 2016 desde una cabaña en Salto, Uruguay, a la cual va frecuentemente a disfrutar de su otra gran pasión: la pesca.
El blog tiene hoy 80.000 lectores, muchos de los cuales interactúan con el autor en los “Miércoles de reflexión”, una sección de su página de Facebook en la que postea bromas con el único fin de divertirse una vez por semana.
Esta primera entrega es una selección de 60 monólogos, entre los cuales el lector encontrará algunos extractados del blog y otros absolutamente inéditos, para zambullirnos en el caos de afectos que nos embargan cotidianamente en este pasaje de ida sin regreso que es la Vida.