MONÓLOGOS DE UN HOMBRE CUALQUIERA

28-01-2021

Quiero que sepas

Tal vez creas que estoy un poco loco, es posible. Que los años machacaron mi cordura hasta doblegarla por completo. O que en una de ésas son los daños de esos años los que me han dejado un poco roto. No lo sé…

Quizá te parezca un tanto ingenuo cuando aún sueño como sueñan los ilusos, con pies ligeros y mirada franca. Y un poco tonto cuando lloro versos que plasmo en infructuosas poesías.

Posiblemente no apruebes que me permita ser sensible y despliegue mi alma en mi incansable prosa, colmada de ansias de ternura, repleta de signos de lujuria.

Puede que no entiendas cuando sangro intensas melodías y pinto rojas sonrisas, aun en los más grises pentagramas, incluso en los más descoloridos lienzos.

Acaso pienses que soy un poco idiota cuando aún creo en utopías y me quiebro en mil pedazos buscando concretarlas, intentando infructuosamente hacerlas una palpable realidad, como si eso fuera posible. Olvidando por completo que están allí con el único objetivo de marcar un camino y no un destino. Y luchando cual Quijote contra indomables molinos.

A lo mejor te resulta incompresible que acaricie con placer aquellas heridas de amor que hoy son cicatrices. Que relama las marcas de los breves romances casi con el mismo deleite con que lo hago con las grandes pasiones de mi vida.

Y goce con el recuerdo de cada beso acumulado, cada abrazo bien guardado, cada sonrisa saboreada.

Quizá no atines a saber por qué atesoro cada instante de alegría con el mismo férreo cuidado con el que protejo cada tiempo de tristeza. Ni cómo es que puedo revivir, con intensidad pasada, cada charla saboreada, cada vino apasionado.

Es probable que no entiendas qué hace que propague esperanza como si con eso bastara para que todo aquello que está mal en este mundo se resolviera por arte de magia, que insista en seguir soñando con los ojos abiertos y más despierto que nunca, a pesar de lo que veo. O justamente por eso.

Y es muy posible que no comprendas qué es lo que me mueve. Qué es lo que hace que mantenga el cotidiano impulso que me arrastra a cachetear la vida y ser yo quien la despierta. Qué amanezca cada día con el voraz deseo de vivirlo y sonría al cielo cada mañana sin importar si es diáfano e inunda el cuarto con fulgurantes rayos o lo mantiene oscuro con ominosas nubes que presagian la tormenta.

A lo mejor no entiendas mi irrespetuosa risa, que le hace frente a la enredada pena que el dolor conlleva. Ni por qué no existe el demasiado pronto para hacer chistes ni con la agotadora angustia que acompaña al duelo.

No creo que siquiera imagines el porqué de mi perversa lascivia a la hora de entregarme ni el gozo infinito en demorar el orgasmo.

No creo que entiendas la libidinosa lentitud de mis besos ni la obscena suavidad de mis caricias...

No, no creo que comprendas. Y no espero que lo hagas.

Quiero que para vos todo eso siga siendo un misterio.

Tan sólo quiero que sepas que es verdad que estoy un poco loco, un poco roto, algo descosido. Que los daños de los años machacaron mi cordura.

Quiero que sepas que es cierto que soy un tanto ingenuo, un poco tonto y hasta un idiota. Que persigo utopías y peleo con molinos.

Que soy un nene lleno de tibia ternura en el que vive un hombre repleto de carnal lujuria.

Que encaro el dolor con la soberbia de mis irrespetuosas risas sin perder la humildad por saberme humano.

Y que es por esto,

por todo esto,

que te amo del modo en que te amo…

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