10-09-2021
Cuanto más grande el Estado, más pequeño el individuo.
El autor
Transfeministas Intercambiando-Trocando es un grupo de Facebook en el que las reglas son las siguientes, textual:
“Esta grupa es creada con el fin de realizar intercambios para conocer, aprender, enseñar y crecer como comunidad, sin que medie el dinero.
A la grupa pueden acceder todes:
Mujeres, trans, travestis, lesbianas, bisexuales, binaries, etc.
Nunca Hombres Cis.”
NUNCA hombres Cis. Ya sean héteros u homosexuales…
...
Más allá de lo que opino acerca de la estupidez del “todes” y ni hablar del ridículo de “Grupa”, probablemente muchos se sorprendan cuando comiencen a leer cómo DEFIENDO a este grupo, a pesar de ser parte de los excluidos.
No me van a leer manifestando que están demonizando a los hombres que se perciben como tales, que el INADI tiene que intervenir, o que hay que censurarles el grupo por discriminadores.
Porque hay dos caminos posibles para analizar las reglas de “la Grupa”.
Uno, planteando la descomunal incoherencia que supone que aquellos que reclaman a los gritos ser incluidos, que enarbolan las banderas de la diversidad y que abogan por la tolerancia, decidan no tolerar, excluir y no aceptar en su grupo a seres humanos cuya diversidad consiste en ser hombre que se percibe como tal, aun cuando tenga orientación homosexual (Pavadita de discriminación: medio planeta afuera).
Y el otro, que me parece más interesante, es comprender que, como dice el viejo chiste, “el gato es de ellos y se lo cogen cuando quieren”. Es SU grupo y NADIE tiene el derecho, en nombre de nada, de imponerle al creador de ese grupo cómo tiene que estar conformado o a quién tiene que aceptar.
Cuando salió la ley que obligaba a bares y restaurantes a prohibir fumar en sus recintos puse el grito en el cielo.
Y nada tiene que ver con que yo fume. Me parecía (me sigue pareciendo) un atropello a los dueños de esos establecimientos.
A ver…
No son ni espacios ni servicios públicos. El consumidor puede elegir NO ir a restaurantes en los que se pueda fumar y, en cambio, asistir a aquellos que quieran proponer esa condición en sus locales.
Recuerdo que cuando los obligaron a reservar un área, hubo quejas de los no fumadores porque esas áreas eran, por lejos, las mejores ubicaciones.
Y mi planteo fue que el día en que los no fumadores fueran abrumadora mayoría, nadie iba a tener que obligar al dueño a reservarles los mejores lugares. Incluso que era casi seguro que cuando ese día llegara ese dueño iba a mutar su negocio en uno para no fumadores.
Y que hasta que ese momento llegara, todo el mundo tenía la oportunidad de DECIDIR poner un cartel que dijera “Espacio libre de humo”, apuntando a la comunidad que no fuma. Y otros podrían DECIDIR poner un cartel que dijera “Acá somos todos adictos al tabaco, venga y reviéntese los pulmones después de morfar”.
Y que el cliente podría DECIDIR a qué bar o restaurante ir.
Ahora bien.
El Golden es sólo para mujeres. Hay UBER exclusivos para mujeres. Las conductoras pueden DECIDIR si toman pasajeros hombres o no. Hay empresas que sólo toman personal transgénero.
Y a mí no se me ocurre gritar que están discriminándome porque soy hombre. Tanto el dueño del Golden, como la conductora de UBER o el empresario tienen TODO EL DERECHO a decidir a qué público le ofrecen SU servicio, cómo quieren manejar SU negocio y a quién quieren darle empleo en SU empresa.
Del mismo modo que la gente que creó “la grupa” tiene todo el derecho del mundo a NO aceptar hombres que estén conformes con su género biológico.
No tengo que explicar la violencia que se desataría si mañana abro un bar en el que acepto hombres, mujeres, héteros y homo, pero NUNCA transexuales.
Y ahí, en ese punto, es donde veo el doble problema.
Uno, que la libertad para decidir qué hacer con algo que es mío es selectiva, no corre para todos por igual.
Y dos, y esto es lo que más me alarma, es que, en nombre de la diversidad, la inlcusión, la tolerancia y la no discriminación, el Estado está cada vez más metido en la vida personal del ciudadano, avasallando sus derechos más básicos.
Porque si mañana quiero abrir un bar en el que sólo puedan entrar personas que pesen menos de 100 kilos, los gordos me linchan y “el Estado” me sanciona.
Si mañana pongo un local de ropa en el que sólo le vendo a gente que mida más de 1,65, los petisos me putean y “el Estado” me lo clausura.
Si se me ocurre montar un bar para rubias naturales, los adalides de la diversidad me apedrean y el INADI me lo cierra.
Y cuando “el Estado” (ese intangible que en realidad es sólo un grupo de gente que ocasionalmente manda) se mete en tu vida, es el vecino el que se está metiendo en tu vida.
Es la misma conductora del UBER para mujeres la que te está prohibiendo tener un bar exclusivo para personas que vengan con un plumero en el culo o el disparate que se te ocurra.
Es el dueño del Golden el que no te deja tener un restaurante al que sólo puedan asistir petisos de un metro cincuenta para abajo o gordos de 140 kilos en adelante.
Son los mismos miembros de “la grupa” los que no te permiten cogerte a TU gato...
Qué tan ridículo sería obligar a los dueños de restaurantes vegetarianos a incluir carne en su menú porque tiene que considerar que el asado es parte del ser nacional?
Qué tan disparatado sería imponerle a un pub que trabaja la línea de Pepsi que también tenga Coca Cola y Manaos porque tienen que tener en cuenta a los que les gusta el Fernet con esas gaseosas?
O prohibirle a un bar ofrecer Café colombiano porque eso es discriminar a los productores brasileños?
Inclusión no es obligar a un grupo PRIVADO de mujeres a que acepten hombres. Porque es pri-va-do. Personal, no social. Inclusión en la sociedad es que, en los espacios y servicios PÚBLICOS, de TODOS y para TODOS, haya rampas, semáforos para ciegos, elevadores para sillas de ruedas en los colectivos…
No discriminar no es forzarme a recibir en mi casa al vecino del 4to G. No discriminar es actuar (porque pensar, podés pensar lo que quieras) en contra de nadie por su raza, religión, color de piel, orientación sexual, sobrepeso o cualquier rasgo o característica que en nada jode a los demás.
Diversidad no es para todos menos para la mayoría, porque es hasta estúpido. Diversidad INCLUYE a los hombres y mujeres cis género y a los heterosexuales.
Estamos siendo como esa rana que meten en aceite frío para después ir calentándolo. Y que como el aumento de la temperatura es progresivo, no se da cuenta y termina frita.
Creo que es hora de comenzar a barajar y dar de nuevo.
Es tiempo de aprender a separar lo que es público de lo que es estrictamente privado.
Porque tolerancia, real tolerancia, es aceptar que cada uno es dueño de hacer de su culo un pito y fumar si tiene tabaco, como decía mi abuelo.
Y si seguimos persistiendo en caminar al infierno repletos de “nobles intenciones”, pues ya no podrás fumar aunque tengas tabaco y será “el Estado” el que va a decidir,
en nombre del bien común,
lo que va a hacer con tu culo…
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Adrián Ares tiene 56 años y es Licenciado en Psicología recibido en 1992 en la Universidad del Salvador. Padre de dos hijas y una “prestada” –como él mismo la define– lanzó el blog “Monólogos de un hombre cualquiera” a fines de noviembre de 2016 desde una cabaña en Salto, Uruguay, a la cual va frecuentemente a disfrutar de su otra gran pasión: la pesca.
El blog tiene hoy 80.000 lectores, muchos de los cuales interactúan con el autor en los “Miércoles de reflexión”, una sección de su página de Facebook en la que postea bromas con el único fin de divertirse una vez por semana.
Esta primera entrega es una selección de 60 monólogos, entre los cuales el lector encontrará algunos extractados del blog y otros absolutamente inéditos, para zambullirnos en el caos de afectos que nos embargan cotidianamente en este pasaje de ida sin regreso que es la Vida.