MONÓLOGOS DE UN HOMBRE CUALQUIERA

09-08-2019

Energía sustentable

Energia sustentable

Demasiado viejo, demasiado ciego y demasiado cansado para bancarme toda esta mierda.

Al Pacino, en Perfume de mujer

Justamente porque no soy ciego, es que estoy “too fucking old and too fucking tired” para algunas cosas, por no decir un montón.

Ando por la vida hastiado de ver cómo la condición humana incluye las más abominables acciones. Harto de sentir que este mundo no es más que una gran bola de mierda, poblada por seres capaces de las más atroces barbaridades...

Resignado a darle la espalda a la pobreza, al hambre, a la injusticia y a la guerra, camino chapaleando entre miserias, soportando estoicamente convivir con entes que no termino de entender por qué Dios les ha dado el mismo derecho sobre el aire que respiro.

Con la cínica esperanza de que no todo esté perdido, ya que en cualquier momento todo este infame mundo va a estallar en mil pedazos...

Hoy vi un video que subió mi hija menor sobre las granjas con criaderos de pollos y cerdos y no pude dejar de ver la calidad de campos de concentración para animales que esos lugares tienen. Donde el desprecio absoluto por la vida hace que los traten peor que a la más repugnante cosa que se pueda imaginar.

Porque, como le dije a mi hija en una charla posterior a haberlo visto, morir para ser alimento de otro es parte de la naturaleza. Pero lo que vemos en esos videos es otra cosa: es la ambición sin límite ni piedad del que tiene el criadero.
Y es cuando veo estas cosas que el cansancio me invade...

Pero Guada también habló. Y pude escucharla...

Tiene 23 años, está repleta de sueños, de ganas de querer cambiar el mundo, de hacerlo un mejor lugar para todos. Toca el cielo con la punta de los dedos cada vez que despliega sus ideales. Tiene hambre de paz, de justicia, de amor... de todas las bellas cosas de las que también somos capaces los seres humanos. Refiriéndose al video, dice cosas como “No quiero ser parte de esto”, “Hay que ponerle media onda y complicarse un poco la vida si se decide apoyar el cambio y no consumir esta otra industria” o “Es como no comprar verdura cuando está cara o adoptar en lugar de comprar un perro”...

Ya terminada la charla, recordé un video que había visto un rato antes y que había sido subido por Sofi –mi “jastra” prestada– que denunciaba el maltrato verbal de los hombres hacia las mujeres.

Tiene 22 años. También está repleta de ideales y de ganas. También quiere un mundo mejor.

Y al instante recordé las cosas que he leído que publica Agus, mi hija mayor, repletas de un romanticismo descarado y envidiable. Otra que pone su diario grano de arena para construir algo diferente.

Apenas menos joven que las otras, tiene 24 años. Y al igual que ellas, está llena de inquietud, de ese “nervio” que empuja a vivir...

Bien... vengan acá, acérquense “todos y todas” los “grandecitos” y “grandecitas”, que tengo un descubrimiento que compartir. Quieren saber dónde está la energía sustentable que nos matamos todo el tiempo por encontrar?

Acá nomás está. En nuestros hijos.

Ellos son el recurso natural con la inagotable energía más sustentable que pueda siquiera soñarse. Y somos nosotros, los pelotudos grandes, los dueños de la guita, del poder y de los medios los que tenemos que darle las armas a este ejército de pilas no contaminantes.

Compremos una Coca menos y paguemos el pollo un poco más caro porque fue criado y hasta matado de otra manera, que ellos tienen las ganas de caminar un par de cuadras más para conseguirlo.

Bajemos la cantidad de cigarrillos que fumamos y compremos otro tacho de basura para poder separarla, que ellos cuentan con el tezón para hacerlo diariamente.

Démosles todas las leyes, decretos y resoluciones que necesitan, que a ellos les sobra firmeza para hacerlas cumplir.
Nosotros tenemos los recursos, ellos tienen la energía.

Si logramos que trabajen en conjunto,

quizá tenga alguna oportunidad

este mundo de mierda...

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Adrián Ares tiene 56 años y es Licenciado en Psicología recibido en 1992 en la Universidad del Salvador. Padre de dos hijas y una “prestada” –como él mismo la define– lanzó el blog “Monólogos de un hombre cualquiera” a fines de noviembre de 2016 desde una cabaña en Salto, Uruguay, a la cual va frecuentemente a disfrutar de su otra gran pasión: la pesca.

El blog tiene hoy 80.000 lectores, muchos de los cuales interactúan con el autor en los “Miércoles de reflexión”, una sección de su página de Facebook en la que postea bromas con el único fin de divertirse una vez por semana.

Esta primera entrega es una selección de 60 monólogos, entre los cuales el lector encontrará algunos extractados del blog y otros absolutamente inéditos, para zambullirnos en el caos de afectos que nos embargan cotidianamente en este pasaje de ida sin regreso que es la Vida.

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