22-08-2019
La primera virtud de un soldado es la resistencia a la fatiga.
Napoleón Bonaparte
Sé que pasamos por mucho. Que muchas veces fue escarpado el camino. Que hubo nubarrones que presagiaron tormentas que no quedaron en amenazas. Que nos azotaron con la fiereza que la vida puede desplegar de vez en cuando.
Pero quiero que recuerdes que fui yo quien siempre nos sacó de ellas. Fui yo quien tomó tu mano y te llevó más allá de la tempestad, dejando atrás el temporal, recuperando el aliento.
Por eso te escribo, por eso te pido que no me sueltes, no me dejes ir…
Porque cuando me haya ido caerán rendidos los párpados de tu alma y una profunda oscuridad se instalará para siempre en lo más profundo de tu ser. No habrá más luz que te guíe, ya no verás el camino. Se instalará el vacío y la congoja se adueñará de tu pecho justo ahí, en el lugar donde hasta ahora latía fuerte la ilusión.
Se acabarán tus sueños. Y todo aquello que alguna vez tuvo sentido de ser migrará hacia otros horizontes dejando tus proyectos reducidos a arenilla que algún viento se encargará de desparramar hasta que ya no haya posibilidad alguna de que vuelvan a tomar forma.
No dejes que me vaya, no me sueltes.
Porque cuando me haya ido se secarán los jazmines, se apagarán las luces, se enfriará la cena y se helará el café. Una densa niebla envolverá todo aquello que alguna vez fue nuestro hogar, nuestro refugio. Ese espacio al que llegabas todos los días después del trabajo en busca del remanso que te esperaba en cada anochecer de un día agitado.
No me dejes ir, no dejes que me aleje siquiera.
Porque cuando me haya ido la cama será una gélida estepa en la cual te recostarás en compañía de la soledad más infame. Se endurecerán las almohadas, se tensarán las mantas y ya no habrá cobijo que te ampare por las noches. La desazón susurrará a tu oído y el hastío cobrará vida cual monstruo liberado de las profundidades del Mar Negro para devorar hasta el recuerdo de quien fui en tu vida.
No me sueltes, no me dejes ir.
Porque cuando me haya ido hasta la tristeza no será intensa. No habrá sabores, ni matices, ni colores. No habrá románticos otoños para abrazar ni alegres primaveras que pintar. No habrá más cálidas noches de verano ni soleados domingos de invierno.
Cuando me haya ido se desdibujará tu sonrisa y una inexpresiva mueca tomará su lugar. Las marcas de las comisuras de tus labios se habrán esfumado para siempre y ya nadie podrá siquiera percibir tus sentimientos. No habrá más brillo en tus ojos ni gesto en tus cejas. La nada misma cobrará vida y degustará la tuya hasta que expires un último aliento de expresión.
Por eso te pido… no me dejes ir.
Y volveré a ser tu guía para el camino, a darte fuerza para caminarlo y transmitirte mi alegría para disfrutarlo.
Volveré a darte utópicos sueños que perseguir, quijotescos proyectos que encarar, quiméricos ideales por los que luchar.
Volveré a hacer que disfrutes de fulgorosos colores, incontables matices y sabores intensos. Suaves almohadas y cálidas cobijas.
No habrá monstruo que no puedas vencer de mi mano ni vendaval que no puedas atravesar. No habrá tormenta que no puedas capear ni oscuridad que no puedas iluminar con tu sonrisa ni habrá herida que no puedas sanar.
La ilusión volverá a golpetear en tu pecho y tus ojos recuperarán el brillo perdido...
No me dejes ir, no me sueltes.
No te canses. No dejes que la fatiga te invada.
Porque si me dejás ir, me habrás perdido.
Y podrás perder la alegría, las ganas, la pasión.
Podrás perder la confianza, la valentía, las fuerzas.
Podrás perderlo todo, absolutamente todo. Pero si me dejás ir, ya nada hay después de mí.
Porque yo soy,
como bien sabés,
lo último que se pierde…
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Adrián Ares tiene 56 años y es Licenciado en Psicología recibido en 1992 en la Universidad del Salvador. Padre de dos hijas y una “prestada” –como él mismo la define– lanzó el blog “Monólogos de un hombre cualquiera” a fines de noviembre de 2016 desde una cabaña en Salto, Uruguay, a la cual va frecuentemente a disfrutar de su otra gran pasión: la pesca.
El blog tiene hoy 80.000 lectores, muchos de los cuales interactúan con el autor en los “Miércoles de reflexión”, una sección de su página de Facebook en la que postea bromas con el único fin de divertirse una vez por semana.
Esta primera entrega es una selección de 60 monólogos, entre los cuales el lector encontrará algunos extractados del blog y otros absolutamente inéditos, para zambullirnos en el caos de afectos que nos embargan cotidianamente en este pasaje de ida sin regreso que es la Vida.