MONÓLOGOS DE UN HOMBRE CUALQUIERA

20-08-2020

No me digas que me amás

No me digas que me amas

La Biblia dice que conocerse es hacer el amor. Yo creo que hacer el amor es conocerse.

El autor

Son tiempos locos. Una época en que al mismo tiempo en el que muchos manifiestan no querer compromiso alguno, otros dicen amar al instante.

Y yo nunca tuve miedo al compromiso pero jamás creí en el amor a primera vista. Pueden llamarlo como quieran, pero no le digan amor a cualquier cosa…

No creo que amar sea algo posible de sentir con la misma velocidad con la que me preparo un café instantáneo, como dije alguna vez.

Soy de los que creen, como Erich Fromm, que nunca vamos a encontrar al “amor de tu vida” por la sencilla razón de que el amor no se encuentra, el amor se construye.

Y construir lleva tiempo.

Y por eso imaginé la carta que podría escribirle a esa mujer para decirle cuándo podrá decirme que me ama y yo sentir que una profunda verdad está envuelta en esa frase.

Mujer,

Cuando sepas que me levanto todos los días con una intensa sonrisa, que mis ojos gritan “a vivir!” apenas los despego y que mi conexión con el mundo es tan instantánea que podría discutir de filosofía ni bien me despierto…

Cuando sepas que me cuesta comer algo en el desayuno y que la mayoría de las veces sólo consta de un café doble apenas cortado al que le pongo dos sobrecitos de edulcorante y que esa cantidad es sólo cuando el café es para desayunar o merendar porque el resto del día lo tomo negro con sólo un sobrecito…

Cuando sepas que tomo medio vaso de agua con cada comida como si fuera un remedio y sólo porque mis hijas me martillan la cabeza para que lo haga, porque siempre almuerzo con jugo o gaseosa…

Cuando sepas que el vino está relegado a los fines de semana y a alguna que otra ocasión especial…

Cuando sepas del amor que pongo en cada comida que cocino y que eso lo heredé de mi abuelo materno, que era un hombre que se desvivía por su mujer como yo lo hago por vos…

Cuando sepas de qué entrega soy capaz una vez que decidí confiar en el otro y qué inmensa libertad te da eso…

Cuando sepas que vivo la fidelidad como un compromiso conmigo y mi proyecto con vos y que por eso jamás voy a engañarte…

Cuando sepas que me llevo mal con cualquier cosa que tenga que arreglar en la casa y que por eso siempre demoro un tiempo en encarar el problema. Y que cuando finalmente lo hago es a costa del malhumor y arranques de bronca que tengo mientras lucho con mi torpeza y que voy a pedir que ignores esos fastidios por completo…

Cuando sepas cuánta paciencia puedo tener en todos los órdenes de la vida y cuán decidido a no dar marcha atrás que estoy cuando se me acaba…

Cuando sepas de mi capacidad de resistencia y fortaleza durante las épocas difíciles en las que canto sin importarme un carajo lo jodido del momento…

Cuando sepas de mi pasión por proteger, de mi necesidad de ser quien proteja, pero de mi no menor necesidad de ser el protegido cada tanto para lo que yo llamo “reponer fuerzas”…

Cuando sepas cómo vivo a mis hijas y con qué soltura daría la vida por cualquiera de ellas…

Cuando sepas de mis arranques de mal humor por lo que dí en llamar “el efecto dominó” cuando se concatenan kilombos y de lo poco que duran esos arranques…

Cuando sepas del placer que encuentro en pavadas como el café de la mañana o el vino compartido a la noche mientras cocino. Y que sonrío muchas veces sin motivo aparente, pero es porque me estoy conectando con cualquiera de las cosas que valoro tener en mi vida…

Cuando sepas cuán cabeza dura puedo ser cuando defiendo una idea pero con qué naturalidad puedo cambiar de opinión si lográs hacerme entender que estoy equivocado…

Cuando sepas de mis mañas, mi desorden, mi desidia a la hora de vestirme pero qué tan capaz sigo siendo de cambiar a pesar de los años que tengo…

Cuando sepas cómo puedo ponerte en un pedestal para adorarte como a un ángel y cómo puedo bajarte para que despliegues toda tu condición de hembra a la hora de meternos en la cama…

Cuando sepas cuánto estoy dispuesto a aprenderte todos los días, a conocerte cada vez más y a usar ese saber para hacerte feliz en todo lo que esté en mis manos…

Cuando sepas de mi capacidad para apoyarte en tus proyectos, esté o no de acuerdo con ellos…

Cuando sepas de mi respeto constante a vos como persona, de mi admiración permanente como mujer, de mi cuidado sin pausa como ser humano…

Cuando sepas de mi soberbia, mi tajancia y la intransigencia de la que soy capaz…

Cuando sepas de los claroscuros de mi ser, de mis virtudes y defectos, de mis noblezas y miserias, cuando realmente me conozcas y me sigas eligiendo, entonces sí podrás decirme que me amás y yo creerlo.

Aunque será el mismo momento en que ya no hará falta alguna.

Porque podré sentirlo cada noche,

cuando te acuestes a mi lado,

y me abraces en silencio…

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Adrián Ares tiene 56 años y es Licenciado en Psicología recibido en 1992 en la Universidad del Salvador. Padre de dos hijas y una “prestada” –como él mismo la define– lanzó el blog “Monólogos de un hombre cualquiera” a fines de noviembre de 2016 desde una cabaña en Salto, Uruguay, a la cual va frecuentemente a disfrutar de su otra gran pasión: la pesca.

El blog tiene hoy 80.000 lectores, muchos de los cuales interactúan con el autor en los “Miércoles de reflexión”, una sección de su página de Facebook en la que postea bromas con el único fin de divertirse una vez por semana.

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