MONÓLOGOS DE UN HOMBRE CUALQUIERA

26-03-2020

Cuando jugamos al Desconfío

Cuando jugamos al desconfio

Confianza no es saber todo de nuestra pareja. Es no necesitar saberlo.

El autor

Hace un par de años, en una entrevista que me hicieron en una pequeña radio on line, salió el tema de las parejas que revisaban los celulares del otro y la conductora me preguntó qué opinaba al respecto.

A lo que contesté que me parecía una pelotudez, pero que si mi mujer quisiera hacerlo no encontraría nada ya que yo no tenía nada que esconder. Pero que la trampa sería que de todos modos no podría quedarse tranquila. Porque sería tan posible que yo fuera un tipo fiel como uno muy prolijo que borra todo lo que le traería kilombo. Y que por eso me parecía una gran pelotudez...

Soy de los que si bien entienden lo que es un allanamiento ilegal, no estoy del todo de acuerdo con cómo se maneja cuando ocurre. Desde mi punto de vista, si en ese allanamiento se encuentran pruebas de un delito, no es lógico que el delincuente no pague el precio. A mi entender, el que cometió el delito debería pagar las consecuencias legales y el que hizo el allanamiento ilegal también (porque también cometió un delito).

Por eso jamás defiendo el “no tenías que revisar mi celular porque eso es invadir mi privacidad” en los casos en los que el que fue a buscar la “traición”, la encontró. Porque si bien es indiscutible la invasión, no me parece excusa para que el “delito” que se haya encontrado quede impune.

Pero lo que siempre me pregunto cuando se habla de este tema es qué clase de relación con el otro tenés que tener para sentir la necesidad de vivir tensionado buscando una tranquilidad que nunca va a llegar. Porque aquellos que revisan el celular de su pareja no lo hacen después de 10 años de casados y en medio de una crisis, aterrados y por eso van a buscar una respuesta. Lo hacen desde siempre. Desde la primera vez que tuvieron la oportunidad de hacerlo.

Las veces que alguien me ha preguntado si confío en mi mujer he respondido siempre que sí. Lo que no siempre explico es qué significa que confío.

Algo que sí salió a la luz las veces que a la primera pregunta le siguió una segunda acerca de qué tanto confío. Esas veces contesté siempre: “Lo suficiente para que si me estuviera cagando tardaría realmente mucho en darme cuenta”.

Soy por naturaleza desconfiado, de la clase de jodidos que muchas veces sentencian “culpable” o al menos “bajo sospecha” hasta que el otro me demuestre lo contrario.

Esa forma de ser un tanto paranoica me ha protegido más de una vez de los soretes que inevitablemente todos nos cruzamos en algún momento de nuestras vidas.

Pero justamente por ese pre-juicio es que cuando el otro me va demostrando lo contrario y termino queriéndolo… descanso.

Por qué “descanso”? Porque confiar es saber que el otro no te va a cagar?

No, de ninguna manera. Si es imposible terminar de conocerse a uno mismo y en muchos órdenes de la vida no tenemos ni la más puta idea de cómo reaccionaríamos ante determinadas situaciones hasta que esas circunstancias se den, es hasta ridículo creer que uno podría conocer completamente al otro.

Por eso la frase. Por eso es que digo “Confío lo suficiente como para que si me cagara tardaría realmente mucho tiempo en darme cuenta”. Porque para mí, ése es el punto máximo de confianza al que se puede llegar cuando tenés los pies sobre la tierra y aceptás la humanidad del otro tanto como aceptás la propia.

Pero si bien no puedo controlar a mi mujer y no puedo asegurar que nunca me va a cagar, sí puedo decidir cómo me relaciono con ella. Y por eso, cuando comienzo una relación hay un momento en el crecimiento de esa relación en el que “descanso”. Descanso en las manos del otro. Así de simple.

Y si no lo logro, en lugar de revisar el celular de mi mujer, revisaría mi propia persona, para ver qué me pasa que no puedo descansar en el otro. O qué clase de tarado soy que estoy construyendo con alguien que no merece mi confianza.

En una época en la cual se habla tanto de “deconstruir”, tal vez, en lugar de despedazar al amor y sentenciarlo a muerte por imposible, deberíamos replantearnos cómo encaramos nuestras relaciones.

Porque si vas a pretender construir un proyecto de vida con alguien mientras examinás cada ladrillo que pone, no te van a quedar energías para sobrellevar los momentos difíciles que toda pareja tiene a lo largo de su historia en común.

Y estando inmerso en esa desconfianza, poco probable es que realmente te entregues al otro, algo básico a la hora de querer caminar de a dos. Con lo cual, con el sólo hecho de actuar así, serás vos quien esté condenando a ese amor al fracaso.

Si es que a una relación que se apoya en la desconfianza,

por muy intensa que sea,

se la pueda llamar “amor”…

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Adrián Ares tiene 56 años y es Licenciado en Psicología recibido en 1992 en la Universidad del Salvador. Padre de dos hijas y una “prestada” –como él mismo la define– lanzó el blog “Monólogos de un hombre cualquiera” a fines de noviembre de 2016 desde una cabaña en Salto, Uruguay, a la cual va frecuentemente a disfrutar de su otra gran pasión: la pesca.

El blog tiene hoy 80.000 lectores, muchos de los cuales interactúan con el autor en los “Miércoles de reflexión”, una sección de su página de Facebook en la que postea bromas con el único fin de divertirse una vez por semana.

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