MONÓLOGOS DE UN HOMBRE CUALQUIERA

20-04-2018

Culpable de ser hombre

Culpable de ser hombre

Quien con monstruos lucha cuide de no convertirse a su vez en monstruo.

Friedrich Nietzsche, Más allá del bien y del mal.

A poco de tener uso de razón me enteré de que desde el mismísimo momento en que había nacido, antes de haber tenido siquiera la oportunidad de joder a nadie que no fuera mi madre, ya cargaba con una culpa. Según el cristianismo, había venido a este mundo portando conmigo, bien escondidita en lo profundo de mi ser, nada más ni nada menos que la responsabilidad por el pecado original, aquella cagadita que se habían mandado Adán y Eva en los orígenes de la Humanidad...

Años más tarde, ni bien hube tenido un atisbo de conciencia social, me desayuné con que me cabía otra culpa más. Ésa que los filósofos políticos dieron en llamar “Deuda social”. Algo así como la responsabilidad por el comportamiento zorete de mis antepasados, estuvieran o no vinculados sanguíneamente conmigo, ya que bastaba con haber nacido después de que unos cuantos hijos de puta hicieron de las suyas en este planeta para cargar con el fardo de las consecuencias que esto pudo haber tenido.

Y así anduve por años…

Por diferencias religiosas, mis padres decidieron no bautizarme en su momento y dejar que fuera yo quien eligiera cuando fuera adulto, y así quedé, sin bautizar. Y hoy camino por el mundo portando en mi mochila esta carga original.

No he sido Padre Adrián de Calcuta y por eso, ahí pegadita a la culpa original, sigue intacta mi deuda social, acumulando intereses a un ritmo de locos.

Años y años cargando la bendita mochila repleta de culpa y deuda.

Pero en esta vida no hay paz. Y desde hace unos años, comencé a sentir que mi mochilita pesaba aún más. Así que paré de caminar, la abrí y miré adentro. Y ahí estaba, muy acomodadita y resplandeciente, la culpa de ser hombre.

Hombre como sinónimo de Ser humano?

No-no, hombre. Hom-bre. Organismo multicelular con composición xy cromosomática en su estructura. Con eso, y sólo con eso –tan poco elegido como los otros dos ítems– bastaba y sobraba para ser sentenciado por una pila de cargos penales, entre los cuales se encontraban los de machista, abusador, acosador, golpeador y hasta potencial asesino.

Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios, dice un viejo dicho popular.

Querido Dios:
Yo no tengo la culpa de que Adán y Eva fueran dos desobedientes de porquería y se hayan morfado la bendita manzana del arbolito de la sabiduría. Ellos hicieron la cagada, los sacaste a patadas del Paraíso, tema resuelto. Si te quedó algún rencor, es problema tuyo. De todas formas, yo voy a tratar de ser buena persona, pero no me psicopatees porque vamos a llevarnos como el culo.

Queridas víctimas de los zoretes del pasado:
Yo no tengo la culpa de que en este mundo de porquería la historia se haya construido sobre la base de sangre y dolor de muchos sometidos por la fuerza por algunos hijos de puta que se hicieron ricos y poderosos a partir de esa violencia. De todas formas, voy a tratar de poner lo mío para que puedan disfrutar de lo mismo que yo disfruto por la sola suerte de haber nacido en diferente situación. Pero no me vengan con violencia a exigirme nada, porque el resultado va a ser el mismo que el que le aviso al gran Padre.

Y por último, queridas fanáticas (no esperen que las llame feministas, porque el feminismo es otra cosa):
Yo no tengo la culpa de que haya toda una gama de insectos que van desde los que creen que la mujer es menos que el hombre, hasta los enfermos que se sienten con derecho a acosarlas, abusar de ustedes, maltratarlas psíquica y físicamente y hasta matarlas.

Mis queridas: tengo madre, hermana, hijas, amigas, novia, ex parejas. Estoy profundamente vinculado afectivamente a una pila de mujeres en mi vida. A todas respeto como seres humanos, sin que la “x” en lugar de la “y” afecte ese respeto. A todas valoro como personas, sin que sus vaginas sean motivo para que ese valor sea menor que el tengo para los que portan un pito entre las piernas.

Pero tampoco mayor.

No menosprecio a nadie. Ni hombre, ni mujer.
No acoso a nadie. Ni mujer, ni hombre.
No abuso de nadie. Ni hombre, ni mujer.
Y por supuesto que no mato a nadie. Ni mujer ni hombre.

Y si alguna vez golpeé a alguien fue a otro hombre, por esta cosa que tenemos de orangutanes poco evolucionados los que hacemos pis parados.

JAMÁS a una mujer. Pero tampoco a un niño. O a un anciano. Ni siquiera a otro hombre que a las claras no iba a poder defenderse parejo de mi bestialidad.

Queridas fanáticas: somos millones, mi-llo-nes los hombres que no abusamos, ni acosamos, ni golpeamos, ni mucho menos matamos a nadie. MILLONES.

Son muchísimos los que tienen concepciones machistas de la sociedad? Sí, sin duda. Negarlo sería declararme imbécil.

Pero meter en la misma bolsa a un tarado que cree que la mujer es la que tiene que planchar-le la ropa o cocinar-le la cena con el tipo que somete a su pareja desde el miedo, es estar meando fuera del tarro.

Juzgar con la misma dureza al infradotado que se siente con derecho a decirte una grosería por el largo de tu pollera que al violador que te caga la vida con su acto, es ya ni saber dónde está el tarro.

Sentenciar de la misma manera al infeliz que te sigue persiguiendo por la calle, tratando de seducirte, cuando ya le dijiste que no tenés interés, que al hijo de puta que te golpea haciendo abuso de su superioridad física, es derrapar a la banquina hasta llegar a la zanja.

Y prejuzgarme machista, retrógrado, justificador de la violencia o cualquiera de los delitos de los cuales se me imputa por el sólo hecho de ser hombre, es de un nivel de necedad tal, que lo único que garantiza, es que vamos a llevarnos como el culo.

Los problemas de violencia doméstica, abusos, acosos, menosprecios, desigualdades y demás mierdas que la sociedad encierra, son problemas de TODOS.

Porque la única manera de que fueran sólo un problema de mujeres sería que TODOS los hombres fuéramos culpables de estas porquerías. Y NO ES ASÍ.

Busquen la igualdad y me van a descubrir de aliado, peleando por sus derechos codo a codo. Porque lo hago. Pero tratando todo el tiempo de que el monstruo no me convierta a mí en otro monstruo.

Porque pelea, lucha, reclamo no significan violencia.

Y mucho menos hacer lo mismo de lo que uno se queja.

Busquen dar vuelta las cosas y ser ustedes las que oprimen y se las van a ver de figuritas conmigo, como decía mi abuela. Porque yo busco la IGUALDAD. Y en la igualdad, NADIE oprime a nadie y NADIE vale más que nadie.

Soy una persona. Un ser humano.

Y no soy a priori culpable de nada,

absolutamente de nada,

porque tuve la “desgracia” de nacer hombre…

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Adrián Ares tiene 56 años y es Licenciado en Psicología recibido en 1992 en la Universidad del Salvador. Padre de dos hijas y una “prestada” –como él mismo la define– lanzó el blog “Monólogos de un hombre cualquiera” a fines de noviembre de 2016 desde una cabaña en Salto, Uruguay, a la cual va frecuentemente a disfrutar de su otra gran pasión: la pesca.

El blog tiene hoy 80.000 lectores, muchos de los cuales interactúan con el autor en los “Miércoles de reflexión”, una sección de su página de Facebook en la que postea bromas con el único fin de divertirse una vez por semana.

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