MONÓLOGOS DE UN HOMBRE CUALQUIERA

23-11-2016

El amor después del amor

El amor despu%c3%a9s del amor 3

En memoria de Don Adolfo, un tipo que me dio una lección de vida sin saber que lo estaba haciendo.

El autor

Cada vez que escucho la frase “amor a primera vista” quisiera chequear diccionarios con quien la dice. Para ver cuál es la definición de amor que tiene que encaja con esa frase, que le da a semejante afecto, la misma característica que tiene el café Dolca...

Mi diccionario lo define como uno de los más profundos y nobles afectos de los que el ser humano es capaz, y aclara –justamente– que de instantáneo tiene poco y nada.

En el mío, la extensa definición que intenta describirlo y explicarlo, habla de construcción, de cosa paulatina, de paso lento pero seguro... hasta cita a la Biblia, donde hacer el amor es “conocerse”...

Por supuesto que incluye la pasión. Que no haya dudas que involucra al sexo, en el más despojado sentido: así, s-e-x-o. Pero no lo funda, ni un poquito. Antes que nada –siempre hablando de la definición del diccionario que yo tengo– porque para que ese sexo sea bueno, realmente bueno, hace falta tiempo. Y para cuando el sexo es espectacular, ya no es sólo sexo. Y quizá por eso mismo es espectacular. Nadie sabe...

Pero el sexo decae con los años... ya no tenés la misma energía que cuando eras joven.

Y una pareja que no haga el amor, no dura querido, eso es cierto...

Hace unos años conocí a Don Adolfo, un hombre de 95 años que manejaba su Peugeot 504, iba a laburar todos los días y había que empujarlo lejos de la parrilla cuando lo invitabas a comer asado o te quedabas con la mitad de lo que estaba haciéndose a las brasas.

Un tipo que cuando ya no podía caminar y lo traía a mi casa en silla de ruedas, cantaba a voz en cuello por la calle “Avanti pópolo, bandera rosa...” con una alegría que daba envidia.

No puedo contar la historia de su matrimonio porque es una película que agarré empezada. Setenta años empezada...

Sí puedo decir que no tuvieron un camino de rosas, y que si alguna cosa hollywoodense vivieron, no fue precisamente de las maravillosas. Todo lo contrario. Pasaron por cosas realmente jodidas. Y sin embargo, siguieron caminando juntos...

Y puedo decir que este “viejo” –en mi fiesta de cumpleaños de hace unos años y con un renglón cortito– sintetizó toda la definición de mi diccionario y me enseñó cómo pasar horas haciéndole el amor a la mujer que ames, aún a su avanzada edad.

Porque en un momento dijo: “Bueno, nos vamos. Vamos a hacer el amor... Ahora llegamos a casa, nos metemos en la cama... y yo la miro a ella... y ella me mira a mí...”

Y ví la sonrisa de Elena, su mujer...

Por eso fui corriendo a mi diccionario, borré todos los larguísimos párrafos que intentaban explicar el amor infructuosamente y escribí esa frase.

Porque eso es amor. Real, puro, profundo.

Eso es sin duda,

realmente,

el amor después del amor...

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Adrián Ares tiene 56 años y es Licenciado en Psicología recibido en 1992 en la Universidad del Salvador. Padre de dos hijas y una “prestada” –como él mismo la define– lanzó el blog “Monólogos de un hombre cualquiera” a fines de noviembre de 2016 desde una cabaña en Salto, Uruguay, a la cual va frecuentemente a disfrutar de su otra gran pasión: la pesca.

El blog tiene hoy 80.000 lectores, muchos de los cuales interactúan con el autor en los “Miércoles de reflexión”, una sección de su página de Facebook en la que postea bromas con el único fin de divertirse una vez por semana.

Esta primera entrega es una selección de 60 monólogos, entre los cuales el lector encontrará algunos extractados del blog y otros absolutamente inéditos, para zambullirnos en el caos de afectos que nos embargan cotidianamente en este pasaje de ida sin regreso que es la Vida.

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